¿Y el año que viene qué?

Una temporada más llega a su fin, es momento de despedidas, cambios y, por si no hubiésemos tenido suficiente este año, es época también de incertidumbre.

Siempre que se cierra un ciclo es inevitable experimentar una sensación de nostalgia, tristeza, en algunas ocasiones alivio o, incluso, una gran alegría. Esto se puede considerar como una especie de “resaca” emocional que aparece después de haber vivido un gran número de experiencias dentro de un mismo contexto.

Es hora de hacer balance de la temporada y, tras unos días de merecido descanso, empezar a pensar ya en el próximo año competitivo. Muchos entrenadores/as, deportistas y profesionales del deporte en general, deben enfrentarse a un periodo de incertidumbre en el que todavía no se tiene la seguridad y tranquilidad de saber dónde competirán o entrenarán la próxima temporada, en qué liga, condiciones, ciudad, etc. Esta situación, aún siendo muy común y frecuente en el ámbito deportivo, genera una serie de preocupaciones o inquietudes que, en ocasiones, son difíciles de gestionar.

Esta incertidumbre suele aparecer por aspectos ajenos a nuestro control. En la mayoría de las ocasiones no depende única y exclusivamente de nosotros fichar por un determinado equipo, conseguir los jugadores que queríamos o conseguir las condiciones ideales. Sin embargo, toda nueva aventura, y cada temporada es una nueva, empieza por tener claro el destino de dicha aventura y el inicio del camino. Por ello, vamos a ver algunas de las herramientas que pueden resultar de utilidad para reducir esa incertidumbre en la medida de lo posible y enfocarse así en lo realmente importante, aquello que quieres conseguir:

Piensa en el escenario ideal y descríbelo:

El primer paso es tener claro aquello qué te gustaría conseguir. Describe la situación ideal con el mayor número de detalles posibles ya que esto es importante para el siguiente paso.

De esta manera, tendremos una visión clara del destino, el lugar dónde te gustaría estar la próxima temporada.

 Piensa un poco más, ¿Qué lo convierte en ideal?:

Una vez tengas clara esta descripción, es hora de profundizar un poco más. Ahora, trata de identificar qué motivos, razones y beneficios te aportaría cada uno de los detalles que has mencionado en tu descripción ideal.

Por ejemplo, imagina que quieres fichar por el equipo X. Tus motivos tendrás como, por ejemplo, querer competir en esa categoría, compartir vestuario con algún compañero/a, entrenador/a etc., reconocimiento por jugar en ese equipo, conocer otras culturas, etc. Identifica qué te aporta cada una de esas cosas, la esencia de querer cubrir esa necesidad.

De esta manera, te resultará más fácil descubrir qué es lo que realmente buscas y quieres conseguir en ese viaje.

¿Qué alternativas pueden aparecer?

Como bien sabes, no todo depende de ti. Por ello, si ese escenario ideal no es probable o posible, piensa qué alternativas, que sean más realistas, pueden surgir y pueden satisfacer dichas necesidades.

Haz un listado con estas alternativas y haz un cuadro con las diferentes necesidades que has identificado anteriormente. Marca con una X todas y cada una de las necesidades que cubren esas alternativas de manera que puedas apreciar de un vistazo todo lo que te aporta cada una de ellas.

¿Puedes hacer algo para conseguirlo? ¿O que te acerque a ello?

Si la respuesta es Sí, HAZLO, no lo pienses. Muchas veces nos sentamos a esperar a que algo ocurra y la realidad es que las cosas no funcionan así. Cuando nos enfocamos en conseguir algo es más probable que lo consigamos, que ocurra, pero para ello nosotros debemos estar convencidos de hacer todo lo que esté en nuestra mano para poder alcanzarlo.

Por ello, identifica si hay algo que dependa única y exclusivamente de ti y que pueda aumentar las probabilidades de que consigas lo que quieres. Una vez lo tengas claro…

¡A por ello!