¿Rendimos mejor bajo presión?

“Yo es que necesito un poco de presión para rendir al 100%”

¿Alguno de vosotros/as considera que compite o juega mejor bajo presión?

La presión que solemos experimentar en ciertas competiciones o partidos importantes no es más que una interpretación o percepción totalmente subjetiva de factores “amenazantes” de la situación como, por ejemplo, las consecuencias de perder, la idea de que los rivales son mejor que tú o las reacciones de las personas de tu entorno ante una mala actuación.

Esta “presión” puede hacer que nos centremos única y exclusivamente en lo que debemos de hacer para tratar de conseguir un buen resultado, sin embargo, el hecho de sentir esa fuerza que nos impulsa a tener que mostrar nuestra mejor versión también tiene otras implicaciones.

Reducir las expectativas:

Vernos sometidos a cualquier tipo de presión puede llevarnos a reducir las expectativas sobre nuestro rendimiento y sobre la calidad de nuestras ejecuciones.

Veámoslo con un ejemplo; Imagina que tienes que entregar un trabajo de clase en dos días y todavía no lo has empezado. Seguramente, el hecho de que la fecha límite esté tan próxima haga que te pongas a trabajar de inmediato para poder entregarlo a tiempo. Pues bien, cuando entregues el trabajo experimentarás la satisfacción de haberlo hecho y “haber cumplido” con el objetivo, entregarlo a tiempo. Y ahora te pregunto, ¿crees que ese trabajo se merecería la máxima calificación? Seguramente la respuesta sea NO.

Esto es lo que ocurre con nuestras expectativas. Nuestras aspiraciones relativas al trabajo han bajado, hemos dejado a un lado la importancia de entregar un trabajo de calidad ya que, la presión ejercida por el tiempo ha hecho su efecto y ha rebajado nuestro nivel de compromiso con la tarea y, como consecuencia, nuestras expectativas de rendimiento; de buscar un 9 a simplemente entregarlo y no suspender.

En el deporte ocurre exactamente lo mismo. La presión nos puede llevar a jugar o competir condicionados por unos objetivos y unas expectativas por debajo de nuestro nivel real. Dicho de otra manera, podemos caer en la premisa de jugar para no perder en vez jugar para ganar. La diferencia entre ambas es enorme.

Atención selectiva y distorsión del procesamiento de la información:

Otra de las posibles consecuencias afecta directamente a nuestra forma de percibir el mundo y la situación.

Cuando estamos bajo presión tendemos a centrar nuestra atención en aspectos muy concretos y limitados. Esto nos puede llevar a pensar que es algo positivo, que nos enfoca en lo realmente importante y, por lo tanto, vamos a estar más concentrados en aquello que debemos ejecutar. Sí, pero no.

Lo que ocurre es que nuestro foco atencional disminuye de manera muy significativa, atendemos a un número muy reducido de estímulos y esto conlleva que perdamos una gran cantidad de información muy valiosa y útil para poder rendir al 100% como, por ejemplo, las instrucciones del entrenador.

Además, no solo no somos capaces de procesar toda la información relevante, sino que la que conseguimos percibir la procesamos de forma distorsionada. Las correcciones del entrenador ya no son para que mejore, son para ponerme más nervioso/a, me molestan. De la misma forma ocurre con las indicaciones de mis compañeros/as, me distraen, me sientan mal, que me dejen en paz que necesito centrarme.

Trabajar bajo presión no aporta nada al trabajo en equipo, ni en deportes individuales ni grupales.

Anticipar las consecuencias:

Una de las mayores fuentes de “presión” proviene justamente de este hecho, de anticipar las consecuencias de lo que puede ocurrir.

Esto nos cambia el foco del presente (lo que debemos hacer en este momento) y lo dirige hacia el futuro (todavía no ha ocurrido y, por lo tanto, no lo podemos controlar).

Anticipar las consecuencias nos puede llevar a aumentar nuestro nivel de activación por encima de nuestro nivel óptimo (NOA), el cual nos permite mostrar nuestra mejor versión.

La combinación de estos 3 factores puede adentrarnos en una espiral negativa cuyas consecuencias son claras, un rendimiento por debajo de nuestro nivel.

Por ello, debemos ser muy conscientes de que, aquellas cosas que hacemos cuando nos sentimos presionados y que pensamos que nos ayudan a obtener un mejor rendimiento; enfocarse en lo realmente importante, ponernos a entrenar, comprometernos con la tarea, etc. Son cosas que podemos hacer sin necesidad de sentirnos presionados ya que todo esto depende única y exclusivamente de nosotros/as.

Eso sí, debemos comprometernos a ello, si no, seguiremos en el plano de tener que sentir esa presión para intentar rendir.

¡A entrenar!